Experimento casero durante mis ejercicios de abdominales: Reenfoco la atención fuera de la zona de dolor y se reduce mi sensación de ansiedad.
El dolor es un gran atractor de la atención (la naturaleza es sabia). Normalmente cuanto más intenso es el dolor más enganchada se queda nuestra atención en él (recordad vuestros dolores de muelas, de oído, etc.), y este secuestro atencional (que solo está por y con el dolor) puede llegar a ser invalidante para la persona.
Quiero compartir con vosotros una experiencia que me ha resultado curiosa y significativa, y que creo que tiene mucho que ver con el progresivo fortalecimiento de la “musculatura” de mi atención, que voy adquiriendo, poco a poco, en mi camino de práctica de mindfulness.
Desde finales de verano, justo después de hacer meditación, he añadido la rutina de estirarme en el suelo y hacer unos ejercicios estáticos de plancha (ver fotos) para reforzar las abdominales (muy importante muscular la faja abdominal para proteger la espalda de lesiones).
Bien, a medida que van pasando las semanas, voy incrementando poco a poco el tiempo en que sostengo las posturas. Al principio sostenía bien 1 minuto por cada ejercicio; he ido incrementando y ahora estoy sobre los 4 minutos. A medida que pasan los segundos voy sintiendo un dolor cada vez más intenso en los abdominales, codos y piernas. Y a mitad del ejercicio, parece que el cronómetro me quiera pasar una mala jugada y empiece a contar más despacio…
Normalmente hago los ejercicios poniendo la atención en la musculatura de la faja abdominal. Esto es importante para ser consciente que la comprimo, y que está realmente trabajando. Pero como digo arriba a partir de cierto momento, mi musculatura empieza a sentir un dolor cada vez más y más intenso. Y mantener la atención en ella me hace sentir cada vez más dicho dolor, lo que a su vez me despierta un sufrimiento psicológico, cierto nivel de ansiedad, por saber que he de afrontar y soportar el dolor durante los segundos que queden.
Lo que probé la pasada semana y realmente me funcionó fue lo siguiente: cuando el dolor empezó a generarme cierto nivel de ansiedad, desvié mi atención a los dedos de los pies, en los que no sentía dolor. Y lo que más me sorprendió, conectando con lo que digo en los 2 primeros párrafos, es que a pesar de la intensidad del dolor en abdominales, brazos y piernas, yo era capaz de mantener anclada mi atención en los pies, sin desviarse para nada a la zona de dolor. Y también sorprendentemente notaba que mi percepción del dolor del cuerpo era mucho más difusa y de menor intensidad, y a su vez mi nivel de ansiedad por aguantar el dolor mientras llegaba al final del ejercicio también era mucho menor.
La duda que me viene es la siguiente: “Si no practicase meditación, ¿sería capaz de sostener la atención en los dedos o ésta se movería automáticamente de nuevo sobre las zonas de dolor en la zona abdominal?”. Entiendo que no sería capaz. Ya hace tiempo que se utiliza el entrenamiento atencional con mindfulness para la reducción de dolor y ansiedad en pacientes con fibromialgia y otras dolencias.
Bien, lo dejo aquí, con ganas de continuar investigando en la relación entre atención y dolor físico. Os animo a que lo experimentéis vosotros también y saquéis vuestras conclusiones. Estaré encantado de leerlas si las queréis compartir. Saludos!